Un estudio de casos desde la Terapia Gestalt

Resumen

En el presente trabajo se pretende mostrar un ejemplo de intervención terapéutica desde el abordaje de la psicoterapia Gestalt. Para ello, se procederá a exponer brevemente el marco teórico desde el que trabaja el terapeuta gestáltico y que servirá para enmarcar la intervención que se describe. Se hará un recorrido por los orígenes de esta terapia, las aportaciones de diversos autores sobre el tema de la neurosis, nuclear en la psicoterapia Gestáltica, y enumeraremos las diversas técnicas que se emplearon en la intervención.

La intervención se lleva a cabo con Vicent, un hombre de 52 años diagnosticado desde el año 1997 de trastorno distímico. Tras perder hace un año su trabajo como artista fallero relata una intensa apatía, una gran dependencia emocional respecto a una figura principal de apoyo y gran ansiedad ante la incertidumbre y el mundo. Su petición inicial hacia la terapia es volver a ser feliz y trabajar.

En el presente trabajo, se describirá el proceso terapéutico acontecido a lo largo de las nueve sesiones que se realizaron desde el momento en que el paciente acude a terapia hasta el momento en que se redacta este escrito.

Marco teórico

Orígenes

No podemos hablar de la psicoterapia gestáltica sin destacar la figura de Fritz Perls. Doctorado en neuropsiquiatría, pronto comienza a sentir interés por el psicoanálisis tras comenzar su propio análisis de la mano de Karen Horney. No tarda en establecerse como psicoanalista en Berlín. Sin embargo, sintió gran decepción cuando sus trabajos e ideas fueron rechazados por Freud y Reich, en primer lugar, y por los psicoanalistas americanos en segundo lugar cuando, ya en su madurez, Fritz decide asentarse en Estados Unidos. Allí crea o, como él mismo dice, “redescubre”, la Terapia Gestalt, y comienza a impartir talleres por todo el país, dando lugar a su difusión (Peñarrubia, 1998).

Lo primero que nos llama la atención es que Fritz Perls eligiera denominar su terapia de forma similar a esa escuela de la Psicología que estudia los procesos perceptivos: la Psicología de la Gestalt. No es casualidad, pero tampoco es cierto que exista un fuerte vínculo entre ambas, sino que su relación, como expone Peñarrubia (1998), es metafórica.

Como sabemos, esta psicología se centraba en analizar las leyes de la percepción humana y la dinámica entre la figura y el fondo. Considerando el campo perceptivo en su conjunto, siempre podemos apreciar cómo un elemento emerge como figura sobre el fondo que contiene el resto de elementos. Pero es imposible comprender cada parte sin la otra, por lo que forman un todo o configuración.

Las dos ideas que Perls adoptó para su terapia fue la de la relación entre figura y fondo y la de Gestalt incompleta. Una de las premisas expuestas en el libro El enfoque Gestalt y Testigos de Terapia (Perls, 1973) reza: “Es la organización de hechos, percepciones, conductas y fenómenos, y no los elementos individuales de los cuales se componen, lo que los define y les da su significado específico y particular” (p. 6)

Esto lo veremos más claramente en el apartado “El ciclo gestáltico”, pero podemos ir adelantando algunas ideas. El enfoque gestáltico entiende que, en un determinado momento, surge una necesidad o un impulso, la cual es percibida por la persona. Sin embargo, “este impulso puede malograrse, por ejemplo, por factores sociales, e interrumpir el proceso de una persona a hacer lo que quiere hacer” (Peñarrubia, 1998, p. 35). De este modo, observamos como la Gestalt queda inconclusa, pudiendo ser un primer paso en el proceso de una formación neurótica.

Es decir, Perls se encargó de aplicar las leyes de la formación gestáltica a las percepciones orgánicas, percepciones corporales, emociones y sentimientos.

Cuando este proceso gestáltico se produce de la manera correcta podemos ver que se cumplen una serie de condiciones (Wallen, 1957):

  1. Figura y fondo están claramente diferenciados, no hay un campo confuso, sino que hay un elemento que atrae claramente la atención.
  2. La percepción se centra en esta figura a medida que se ocupa de ella y la conducta va dirigida a satisfacer la necesidad emergente.
  3. Cuando la necesidad ha sido satisfecha, la figura que la representaba regresa al fondo, dando espacio a que emerjan nuevas necesidades que siguen una jerarquía de dominio.
  4. Es un proceso que no se detiene nunca.

¿En qué condiciones fracasa este proceso? Como comenta Wallen (1957), uno de los signos observables más frecuentes es la confusión, el paciente no sabe lo que quiere, le cuesta distinguir lo importante o es incapaz de decidir entre varias alternativas. Ahondaremos más en esto en los siguientes apartados.

Preceptos básicos de la psicoterapia Gestalt

Naranjo (1990, p. 21) recopila una serie de mandatos morales implícitos en la terapia gestáltica y que pueden concurrir en una filosofía de vida:

  1. Vive ahora, es decir, preocúpate más del presente que del pasado.
  2. Vive aquí, es decir, relaciónate más con lo presente que con lo ausente.
  3. Deja de imaginar: experimenta lo real.
  4. Abandona los pensamientos innecesarios; más bien siente y observa.
  5. Prefiere expresar antes que manipular, explicar, justificar o juzgar.
  6. Entrégate al desagrado y al dolor tal como al placer, no restrinjas tu percatarte.
  7. No aceptes ningún otro debería o tendría más que el tuyo propio: no adores ninguna imagen tallada.
  8. Responsabilízate plenamente de tus acciones, sentimientos y pensamientos.
  9. Acepta ser como eres.

El mismo autor (Naranjo, 1990, p. 22) resume estos nueve mandatos en los tres principios más generales de la terapia gestáltica:

  1. Valoración de la actualidad temporal (el presente vs. el pasado o el futuro), espacial (lo presente vs. lo ausente) y sustancial (el acto vs. el símbolo).
  2. Valoración de la atención y aceptación de la experiencia.
  3. Valoración de la totalidad o responsabilidad.

Como indican Polster y Polster (1973), en terapia gestáltica se dan dos paradojas importantes:

  • El tema del pasado y el futuro, pues, aunque el recuerdo y planear se refieran al pasado y al futuro, en Gestalt los entendemos como funciones del presente. Estamos recordando y/o planificando ahora y por algún motivo.
  • El sobreísmo, es decir, la posibilidad de hablar sobre algo sin sacrificar la inmediatez de la experiencia. Los pacientes pueden hablarnos sobre temas que no tengan que ver con ellos mismos o sin entrar en su propia experiencia o vivencia: deportes, política, etc. Su riesgo es caer en la despersonalización. Como afirman los autores anteriormente citados:

Pueden usarse como pretexto para entablar una conversación o para alardear de lo que se sabe, o para eludir sentimientos de los que se recela, o para tener a mano algo en qué ocuparse, o para evitar la discusión, el sexo o los malentendidos… en fin, para todas las maniobras que pueden dar mayor seguridad a la vida, si bien quitándole interés. (Polster y Polster, 1973, p. 27)

El antídoto a estas dos paradojas será siempre la vivencia presente, la presencia misma. “La experiencia terapéutica –individual o en grupos- es un ejercicio de vida sin trabas en el presente, de modo que ni el tema ni las actividades pasadas o futuras conservan importancia en ella” (Polster y Polster, 1973, 9. 29). Es decir, antes las divagaciones hacia el pasado o el futuro y ante los sobreísmos, trataremos de atraer la atención al momento presente para poner conciencia en para qué le sirve al paciente recurrir a tales recursos.

El ciclo de la experiencia y mecanismos neuróticos

Los manuales de Psicoterapia Gestalt explican en primer lugar los mecanismos neuróticos para, a continuación, explicar el ciclo de la experiencia, de las necesidades o ciclo gestáltico. Comenzaremos por explicar a grandes rasgos el ciclo de la experiencia, proseguiremos con una breve explicación de los mecanismos neuróticos, y finalizaremos con una exposición sobre cómo éstos interrumpen el ciclo de la experiencia, dando lugar a los problemas neuróticos.

El ciclo de la experiencia

También llamado Ciclo de Contacto-Retirada, Ciclo de Autorregulación Organísmica, Ciclo de las Necesidades o Ciclo Gestáltico.

Como explica Peñarrubia (1998), este ciclo describe, describe paso a paso, el proceso que se sigue cuando emerge una necesidad que requiere ser satisfecha. Se corresponde con la ley gestáltica figura-fondo comentada anteriormente. Cuando la necesidad es satisfecha, retrocede hasta el fondo dejando paso a la emergencia de otras necesidades.

Estas necesidades pueden quedar bloqueadas, bloqueando el ritmo de contacto-retirada, dejando la Gestalt inconclusa. Esto es lo que ocurre en la neurosis. Haciendo referencia a todo lo expuesto anteriormente sobre la importancia del presente, veríamos que estos asuntos inconclusos son los que nos amarran al pasado o nos motivan a anticipar el futuro.

Zinker (1980) propone siete etapas:

  1. REPOSO.  Situación inicial. No se manifiesta ninguna necesidad. Es el punto de referencia desde el que partir, sin el cual no habría un ritmo de contacto y retirada.
  2. SENSACIÓN. Del reposo emerge la necesidad en forma de sensación. Es una forma difusa, sin nombre. Se manifiesta como una forma de displacer, registrándose en forma de sensaciones corporales poco concretas (sequedad oral, incomodidad, frío, calor, etc.).
  3. DARSE CUENTA. Toma de conciencia, supone un darle nombre a la sensación e identificarse con ella (“tengo frío”, “tengo ganas de correr”, “necesito hablar con alguien”, etc.)
  4. ENERGETIZACIÓN. Excitación corporal, necesaria para pasar a la acción. Puedo visualizar mi abrigo colgado en la percha, sentir el impulso de levantarme e ir a la calle, de coger el teléfono para usar el Whatsapp, llamar a alguien, etc.
  5. ACCIÓN. Comenzamos la conducta dirigida a la meta de satisfacer la necesidad que ha emergido. Me pongo el abrigo, salgo a la calle, hablo con alguien, etc.
  6. CONTACTO. Supone la consumación de la energetización. La necesidad se resuelve mediante la interacción con el ambiente: me doy una vuelta por la calle, corro, converso con alguien, me pongo el abrigo y siento calor, etc. Bucay (2005) expone que es la fase en la que vivimos y nos comprometemos con la situación.
  7. RETIRADA. Volvemos al estado de reposo, a la espera de que emerja una nueva necesidad. Por ejemplo, cambiamos de actividad, descansamos o nos dormimos.

Mecanismos neuróticos

Entendemos la vida humana como la interacción entre individuo y ambiente, siempre en constante cambio, por lo que la forma de interaccionar con él ha de ser igualmente fluida.

Los mecanismos neuróticos paralizan esta capacidad de responder de forma creativa y fluida ante las exigencias del ambiente, apareciendo las crisis y los conflictos. No se trata tanto de una interferencia entre impulso y acción, sino como una manera de permanecer inconscientes ante estas demandas cambiantes (Peñarrubia, 1998).

Los principales mecanismos neuróticos, tal como fueron planteados en un comienzo por Perls, y que interrumpen el ciclo gestáltico serían (Polster y Polster, 1973):

  1. Introyección. Consiste en incorporar, sin asimilar, sin digerir, sin filtrar, lo que recibimos del entorno. No lo integramos, sino que lo “tragamos” sin ningún tipo de discriminación. En su mayoría se corresponden con mensajes transmitidos por los padres durante la infancia (“tienes que ser más duro”), pero también los podemos incorporar de la sociedad o la cultura.
  2. Proyección. Lo inverso a la introyección. Escupimos, colocamos en los demás lo que no aceptamos en nosotros mismos, pero que, sin embargo, forma parte de nuestro ser. Supone hacer al mundo responsable de lo propio y un alienarnos de nosotros mismos.
  3. Retroflexión. Supone una incapacidad en traspasar el límite entre uno mismo y el mundo exterior, estableciendo contacto, de forma que la persona se vuelve hacia o contra sí misma, haciéndose lo que le gustaría hacer al mundo. Puede ser el mecanismo más autodestructivo. Un ejemplo sería el de la persona a la que pisan y se reprocha a sí misma el estar en medio.
  4. Deflexión. Consiste en reducir el contacto con uno mismo o con otra persona, enfriando el contacto real. Otros ejemplos serían la verborrea, que supone hablar lo suficientemente rápido como para no contactar con lo dicho, irse por las ramas, ser excesivamente diplomático o reírse al expresar verbalmente un sentimiento negativo.
  5. Confluencia. Consiste en perder de vista el límite entre uno mismo y el resto del mundo. Es un quedarse amarrado, confundiendo la propia identidad con la del otro, identificándose con sus sentimientos, ideologías o conductas. Puede servir al neurótico para evitar los riesgos de la individuación o la diferenciación pues supone un gasto mínimo de energía en elección personal y un dejarse llevar por la corriente. Un ejemplo lo constituye cualquier negación de las diferencias: “Con esa forma de ser no puedes ser hijo mío”.

La interrupción del ciclo de la experiencia

  1. Los mecanismos expuestos anteriormente pueden interrumpir el ciclo de la experiencia y bloquearlo, dando lugar a los diferentes problemas neuróticos. Zinker (1980), entendía de la siguiente forma estas interrupciones:
  2. Interrupción entre reposo y sensación. Ocurre en casos de disociación. La represión es el mecanismo que no permitiría la emergencia de la sensación.
  3. Interrupción entre sensación y conciencia. Podemos experimentar algunas de nuestras sensaciones, pero no comprendemos qué significan. Estas señales nos son extrañas e incluso pueden provocarnos miedo. La proyección interrumpiría entre la sensación y el darse cuenta.
  4. Interrupción entre conciencia y energetización. Frecuente en gente que puede comprenderse a sí misma intelectualmente, pero no son capaces de movilizarse para pasar a la acción. Hay conciencia de la necesidad concreta, pero no son capaces de desarrollar la suficiente energía. Con frecuencia, el miedo a sentir es lo que bloquea la energía. La introyección sería el mecanismo de defensa que actuaría en este caso. Por ejemplo, el introyecto “no debes enfadarte” sería el responsable de que una persona sea incapaz de sentir su enfado.
  5. Interrupción entre energetización y acción. Imposibilidad de transformar los impulsos en acciones. Sin embargo, ¿qué pasa con la energía que se ha movilizado? Pueden aparecer síntomas somáticos, como hiperventilación, tensión muscular, etc. Puede dañarse a sí misma o hacerse lo que le gustaría hacer mediante la acción en el mundo. El mecanismo neurótico que actuaría aquí sería la retroflexión.
  6. Interrupción entre acción y contacto. Se producen acciones, se hace mucho, pero no se puede asimilar la experiencia. Dificultad para actuar a propósito de algo. Es un actuar por actuar. Cuando comemos, no podemos saborear la comida. Cuando hacemos el amor solo tenemos unas leves sensaciones, etc. El mecanismo de defensa que actúa es la deflexión, que enfría el contacto.
  7. Interrupción entre contacto y retirada. También el estar en continuo movimiento puede resultar enfermizo. Es necesario saber retirarse y cortar el contacto en el momento adecuado. Puede deberse a confusión en el límite del contacto, allí donde se produce la acción respecto del mundo. El mecanismo neurótico sería la confluencia. El individuo no distingue el límite entre sí mismo y el mundo y no sabe retirarse de él cuando es necesario.

Neurosis

Lo primero que hay que señalar, es que la terapia Gestalt emplea un enfoque de salud, no un criterio patológico, por lo que no se habla en términos clínicos, sino en función de un mayor o menor grado de conciencia, al estilo de una psicología transpersonal que concibe la polaridad oscuridad (como la psicosis) hasta lo luminoso (salud) (Peñarrubia, 1980). La neurosis sería un oscurecimiento de la conciencia.

Como afirma Naranjo (1996, p. 50) “ante tal degradación de la conciencia, al final el individuo afectado no reconoce la diferencia; es decir, no sabe que en el desarrollo de su potencial completo ha existido pérdida, limitación o fracaso”.

Así, la idea general de neurosis, en Gestalt, se puede ver reflejada en las siguientes ideas:

Acumulación de situaciones inconclusas

Describíamos la neurosis como la enfermedad que surge cuando el individuo interrumpe los procesos en curso, cargándose a sí mismo con tantas situaciones inconclusas que llega un momento en que no puede continuar con el proceso de vivir […] Las interrupciones psicológicas o neuróticas son de las que ocurren a un nivel consciente o en un nivel que puede llegar a serlo. (Perls, 1976, p. 26-27)

Perturbación del contacto/retirada

Como mantiene Perls (1976), al neurótico le cuesta decidir cuándo participar y cuándo retirarse, pues todos los asuntos inconclusos de su vida han confundido su sentido de la orientación.

Manipulación frente a autoapoyo

Como mantiene Perls, el neurótico ha aprendido a sobrevivir manipulando el ambiente y el mundo para que hagan el trabajo que le corresponde a él. Carece de autoapoyo. Pero todas estas maniobras de manipulación van dirigidas a minimizar un impedimento en lugar de subsanarlo. Nuestro trabajo como terapeutas será el de frustrar sus intentos de manipularnos y apoyar y reforzar cualquier expresión de autoapoyo.

Las capas de la neurosis 

Perls (1976) propone cinco capas o pasos en el proceso de transitar la neurosis en busca de una existencia plena. Cada paso supone una disolución progresiva de la neurosis, ordenados desde los más externos a los más internos, en un proceso que en terapia Gestalt ha sido denominado pelar la cebolla (Peñarrubia, 1998):

  1. Capa de los clichés y estereotipos. Se caracteriza por ser el aspecto más superficial de las relaciones sociales. Como comenta Perls (1976), al encontrarnos con alguien intercambiamos clichés: “Buenos días”, apretones de manos y el resto de protocolos sin significado auténtico.
  2. Capa de los roles y juegos psicológicos. Son las máscaras que encubren la autenticidad. Conductas automáticas basadas en los estereotipos anteriores. Perls mantiene que es la capa en la que jugamos representamos roles: el de la persona importante, el bebé llorón, el niño indefenso, el niño bueno, etc.
  3. Impasse o sustrato fóbico. Cuando atravesamos las capas anteriores aparece el vacío. Se vivencia como atasco y confusión, un callejón sin salida. Los falsos apoyos que le servían a la persona para relacionarse con el mundo han desaparecido y se siente indefenso y extremadamente vulnerable, pues aún no ha encontrado el auto-apoyo. Aparece una actitud fóbica, tratamos de evitar el malestar y el sufrimiento que conlleva esta etapa.
  4. Implosión. Supone un encogimiento interior, estamos en contacto con lo muerto dentro de nosotros. Perls (1976) sostiene que esta capa aparece como la muerte o como temor a la misma. Parálisis catatónica, nos encogemos, contraemos y comprimimos. Cuando logramos un contacto verdadero con lo muerto dentro de nosotros mismos ocurre la explosión.
  5. Explosión. La capa de vida. Es el nexo con la autenticidad, la emoción genuina. Aparecen los sentimientos interrumpidos durante la neurosis que ahora explotan en su vitalidad original. Se completa la Gestalt y se cierra la situación inconclusa. Perls (1976) enumera cuatro tipos de explosiones: la explosión de pena cuando trabajamos un proceso de duelo no asimilado, la explosión orgásmica en personas bloqueadas sexualmente, la explosión de ira y la explosión de alegría.

Polaridades

Como explica Peñarrubia (1998), los fenómenos psicológicos actúan dialécticamente. En cualquier conflicto podemos distinguir la presencia de dos partes enfrentadas. Sin esto, no habría conflicto. Entendemos que se trata de un conflicto entre polos opuestos. “No existe incompatibilidad entre opuestos, sino que somos nosotros quienes los juzgamos erróneamente incompatibles, dando como resultado el estrechamiento de la conciencia”.

En la aplicación terapéutica, trataremos de definir claramente a cada uno de estos polos, así como el punto 0 al que Perls denominaba vacío fértil y que supone el punto a partir del cual se produce la diferenciación.

Como indica Peñarrubia (1998), el conflicto de polaridades más intenso es el que denominamos la autotortura neurótica: perro de arriba/perro de abajo. Se trata de una guerra entre los aspectos autoritarios y sumisos de uno mismo que degenera en un círculo vicioso. El perro de arriba es el que trata de mandar, de ejercer el autoritarismo, amenaza y exige. Habla en términos de “tu deberías”. Por el contrario, el perro de abajo se encuentra a la defensiva, adula y se victimiza. Trata de justificarse y procrastina. Ambos tratan de controlarse el uno al otro, dando lugar a la autotortura.

La técnica gestáltica

Hablamos de “técnica” y no de “técnicas” en el sentido que consideramos que el propio terapeuta es su mejor técnica. Las técnicas son inseparables de quien las utiliza, y dependen de la adecuada actitud del que las emplea (Peñarrubia, 1998).

A continuación, se expondrá un breve resumen de algunas técnicas empleadas en el presente estudio. No las comentaré en profundidad, pues considero mucho más clarificadora la ejemplificación cuando hablemos del caso y las técnicas empleadas:

Las reglas y juegos de la terapia Gestalt (Levitsky y Perls, 1969)

Las reglas:

  • El principio del ahora: invitación a la comunicación en tiempo presente
  • Yo-Tú: comunicación directa.
  • Lenguaje impersonal y personal: evitar el lenguaje del ello, pedir que emplee la primera persona “yo”.
  • Énfasis en el cómo de la experiencia en lugar del por qué.
  • No murmurar: invitar a una comunicación franca.
  • Convertir preguntas en afirmaciones.

Los juegos:

  • Diálogos y juegos de polaridades, como, por ejemplo, el perro de arriba y perro de abajo.
  • Exageración de gestos, movimientos, tono de voz, etc.
  • Pedirle que se quede con ese sentimiento. Ayuda a que el paciente no se escape de lo doloroso.
  • Hacerse responsable. Cambiar los “no puedo” por “no quiero”, reapropiarse de las proyecciones, etc.
  • Ensayo teatral: experimentar lo fantaseado.

Técnicas de la terapia Gestalt (Naranjo, 1973)

Es una forma de trascender la categorización anterior de juegos y reglas, agrupándolas en tres grandes bloques:

  • Técnicas supresivas: tratar de detener las evitaciones y huidas del paciente. Básicamente, consiste en dejar de hacer cualquier otra cosa que no sea vivenciar el presente. Concretamente, trataremos de evitar:
  • Acercadeísmos, es decir, el juego intelectual, la búsqueda de causalidades, justificaciones, etc.
  • Debeísmos, aprender a vivenciar lo que es y no evadirse a lo que debería ser. Se constituye en un mal uso de la vida emocional.
  • Manipulaciones, es decir, un mal uso de las acciones que van destinadas a evitar vivir la experiencia.
  • Técnicas expresivas: favorecer la autoexpresión de impulsos, sentimientos y acciones.
  • Técnicas integrativas: favorecer la escucha y la asimilación de los conflictos internos.

Silla caliente y silla vacía (Peñarrubia, 1998)

Es la seña de identidad de la terapia gestáltica. No es tanto una técnica, como un espacio para la toma de conciencia y un escenario para la experiencia. En este espacio caben todas las técnicas mencionadas anteriormente.

Perls denominó la silla caliente al espacio que ocupa la persona que se dispone a trabajar, mientras que llamó silla vacía al espacio en el que se sentarían personas imaginarias con quienes establecer un diálogo.

Se trata también de un gran método para los juegos de polaridades, pues le podemos pedir al paciente que vaya cambiando de silla en función del polo que estemos explorando o al que estemos dando voz.

Sobre todo, es un espacio para la integración, pues la persona aprende a comprenderse a sí misma y a convertir lo alienado en identidad.

Abordaje empírico

Vicent es un hombre de 52 años. Desempeñaba su labor como artista fallero hasta que el año pasado pierde su trabajo debido a que fue incapaz de cumplir con los plazos. Asegura que eso provocó que el mundo fallero lo tachara y que le es imposible recuperar su trabajo. Relata una fuerte apatía que le lleva a pasar la mayor parte del día en la cama, pérdida de la noción del tiempo, desconexión y una fuerte ansiedad e inquietud ante el mundo. Al respecto de esto último, comenta que suele mantener el móvil inoperativo, así como el ordenador, para evitar que el mundo pueda contactar con él, pues siente gran temor a recibir malas noticias como, por ejemplo, facturas o cobros. Comenta, así mismo, una gran necesidad y dependencia de una figura de apoyo principal, y que, en estos momentos, carece de la misma.

Relata estar diagnosticado de distimia desde el año 1997, cuando comienza a tratarse con antidepresivos, tratamiento que mantiene en la actualidad. Cuenta que el suceso que lo desencadenó fue la muerte de una amiga suya.

A continuación, se detallará el proceso terapéutico seguido sesión a sesión.

Sesión 1

En esta sesión se procedió a recopilar datos de la anamnesis y a dejar que el paciente relate su historia. Varón de 52 años, residente de la localidad de Alcàsser, desocupado y en paro. Hasta hace un año era artista fallero. Actualmente, vive con su madre.

Vicent relata que ha estado acudiendo desde 1997 al servicio de psiquiatría de Catarroja, donde se le diagnosticó un trastorno de distimia. El motivo de su consulta fue un estado de ánimo depresivo tras la muerte de una amiga suya a la que, según relata, mataron. Desde entonces, ha estado tratándose de manera ininterrumpida con antidepresivos. El problema se acentúa a partir de marzo del año pasado, cuando no cumple con sus encargos con las fallas y pierde su trabajo. Relata una intensa apatía, pérdida de noción del tiempo y una fuerte desconexión respecto al mundo exterior.

Una de las primeras cosas que cuenta al llegar a la sesión es su necesidad de un pilar. Al pedirle que especifique qué se refiere con eso me habla sobre un amigo que le ayudaba en su trabajo pero que, al parecer, le manipulaba. Para no dar nada por sentado, le pido que me explique qué entiende él por manipular. Me cuenta que lo maltrataba psicológicamente y lo machacaba sobremanera cuando el trabajo no iba bien. Finalmente, ante este acoso y este malestar, decide pedirle a su amigo que separen sus caminos. Es entonces cuando empeora la depresión y se ve incapaz de cumplir con sus encargos, razón por la cual pierde su trabajo.

Me dice que “ahora tengo que buscar trabajo” cuando siempre ha sido su propio jefe. Medio mes antes de esta primera sesión se apuntó al paro. Pero, como relata, permanece casi permanentemente desconectado del mundo exterior, con el móvil desconectado.

Cuenta que recientemente ha vuelto a vivir con su madre, que convive con su novio. Pero según dice “no sé si bien o mal”. Al ser cuestionado por esto, destaco una palabra: “sobro”.

En un determinado momento, me dice que quiere aprender a “saberme defender de mí”. Ante esta frase, le pido que se detenga ahí y me cuente cómo se está agrediendo. Tras una pausa me confiesa “soy bulímico”, refiriéndose a que se produce a sí mismo el vómito. Me cuenta que antes, cuando tenía la relación con su amigo, el vómito era por la ansiedad, pero que ahora se lo provoca para seguir comiendo, pues es su manera de gestionar su depresión desde su despido del mundo fallero.

Esa revelación ya me da pistas sobre en qué dirección va su conflicto interno. Si recordamos el ciclo de las necesidades, el mecanismo neurótico que provoca autoagresiones es la retroflexión. Empleando esto como referencia, vemos que interrumpe su ciclo antes de pasar a la acción, justo después de la energetización.

Le hablo además sobre la regresión oral y la expresión de necesidades, las cuales entendemos como la base de las conductas de dependencia. Primero dependencia de su amigo y, tras su ausencia, de la comida. Al comentárselo, surge el tema de haber vuelto a casa y lo mucho que su madre le echa en cara haber fracasado profesionalmente, mostrando carencias de apoyo y cariño maternales.

Otra confesión que destaco es que siente que si se hace ver en las fallas le pueden juzgar, como mecanismo de proyección. Me planteo hasta qué punto su temor es real o fruto de su fantasía, aunque no abordo esta cuestión en esta sesión.

Al preguntarle qué necesita, sus respuestas son un tanto vagas. Me dice que necesita estar bien con su madre, dinero y trabajo, pero que “no sé qué tengo que hacer”.

Finalmente, le cuestiono sobre qué espera de la terapia. De nuevo, la respuesta es vaga: volver a ser feliz y trabajar. De esta forma, deposita la responsabilidad de esto en el tratamiento, lo cual también me da información sobre el tipo de persona que tengo delante. Sé, de esta forma, que en su proceso va a ser importante que aprenda a hacerse cargo de sus problemas y de llevar a cabo las acciones que le permitan mejorar su estado de ánimo.

Algunas cosas importantes que extraigo de esta sesión es su inclinación a hacer a los demás responsables de sus propios juicios hacia sí mismo, que va muy en sintonía con su incapacidad de hacerse responsable de sí mismo, así como de la forma en que se autoagrede antes de lograr pasar a la acción.

Sesión 2

En esta sesión Vicent comienza expresando agobio ante la sesión anterior, pues no está acostumbrado a que cuando habla se le escuche. Menciona que habla mucho en el bar sobre sus problemas, pero que no se siente comprendido. Además, me cuenta que viene del bar y que ha bebido. Esto, teniendo en cuenta sus problemas orales y de dependencia me hace sospechar que puede haber problemas de alcoholismo en su proceso. Le explico los límites del encuadre terapéutico y le comunico que si vuelve a venir tras haber bebido no lo atenderé. Lo acepta sin ningún problema.

En esta sesión me da más detalles sobre cómo perdió su trabajo. El año en cuestión, asumió la presidencia su sobrino, que fue el encargado de despedirlo. En estos momentos se halla haciendo favores a esa falla con la esperanza de recuperarla para el año que viene. Sin embargo, no da detalles de que lo esté pidiendo y lo esté comunicando. Con todo, piensa que no va a servir de nada.

Me cuenta que ha ido a apuntarse a una bolsa de trabajo, donde le explican que tiene que hacer una búsqueda activa por páginas webs y buscadores de trabajo. Lo coge muy mal. Al preguntarle acerca de esto me cuenta que lo confronta con que tiene que mantenerse abierto al mundo. Recordemos que una de las conductas problema era que mantenía el móvil inactivo. Me confiesa que le cuesta ponerse a hacer algo.

Decido trabajar con este tema y le pregunto cómo anticipa el buscar trabajo. Se encoge, lo que me hace pensar en un escudo o coraza. Veo en esta conducta un conflicto interno importante para el proceso y decido poner en práctica el juego del perro de arriba y el perro de abajo. Dejo la silla que ocupo libre delante de él y me ubico en otra un poco retirado en el centro entre ambas sillas, la silla vacía y la caliente, la que ocupa él. Le pido que se coloque en la posición del exigente y que le exija a su parte exigida. Le cuesta conectar y empezar el ejercicio, así que le pido que comience simplemente por pensar qué quiere. Su respuesta:

  • Faena todos los meses
  • Poder pagar facturas
  • Tener a alguien

Le invito a que comience por exigirle todas estas cosas a su yo exigido. Comienza poco a poco pero enseguida comienza a alzar la voz y habla con rabia y fuerza. Recrimina el amargarse a sí mismo y a su madre, que se levante y que acabará viendo las cosas de otra manera.

Como exigido, le cuesta un poco conectar también, por lo que le invito a que adopte la postura de antes, encogido, y que la exagere, centrándose en cómo se siente en esa postura. Le justifica a su yo exigente que no quiere saber nada del mundo. Una cosa que me llama la atención es que la voz no es débil.

Así, comienza a darse una conversación entre ambas partes, como exigido le pedí que atendiera a su tono de voz para que tomara conciencia de su enfado. Finalmente, le pido que se ponga en la silla que he estado ocupando yo y que mire a ambas partes y les hable. Surge la ternura y la compasión, confiesa que es la primera vez que ve todo desde esa posición y se muestra emocionado. Lo felicito por el trabajo, pues me parece un buen paso en el camino de la integración.

Sesión 3

En esta sesión comunica que se ha pasado los últimos días especialmente apático y ha pasado mucho tiempo en la cama. Tiene un proceso de ir a dormir muy sucio, pues ya está en la cama, por lo que no hay una hora fija de acostarse, y que suele dormirse sobre las 2 de la mañana.

Vuelve a hablar sobre la falla y los favores que les está haciendo. Le propongo que represente una escena en la que pide algo, cualquier caso. Lo hace con poca energía, con súplicas. Tras el ejercicio, le pregunto cómo se siente con esto. Me dice que siente que está arrastrándose y que le están dominando. Esto no deja de ser una autoagresión, una retroflexión, de nuevo corta su ciclo antes de pasar a la acción, agrediéndose a sí mismo usando sus proyecciones para ello (“me estoy arrastrando y me están dominando”). Lo que me viene en ese momento es que está jugando el papel de niño desvalido que quiere ser visto pero no termina de mostrarse. Le está costando usar su agresividad para contactar con el mundo y comunicar sus deseos, por lo que la vuelca sobre sí mismo. Le expreso todo esto y me contesta diciendo que “hace un año que me estrellé contra la montaña”.

Me llamó muchísimo la atención la elección de estas palabras y la referencia a una montaña. Le pido que me cuente cómo es él mismo como es la montaña y que luego se aplique a sí mismo esta descripción. Con este juego busco explorar si se identifica con los rasgos de la montaña, habiéndose desposeído de ellos en forma de proyecciones. “Como montaña soy fuerte, infranqueable, inamovible, inalcanzable, imposible llegar arriba”. Los dos últimos adjetivos dan muestra de que él mismo se pone unas expectativas excesivamente elevadas.

Sesión 4

Ocurrió algo muy interesante, a pesar de que, paradójicamente, esta sesión no tuvo lugar. Pero no deja de ser significativo, razón por lo que la incluyo.

Se trataba de la primera de las sesiones por vía telemática. Vicent no se presentó hasta que quedaban 10 minutos para finalizar su hora. Me negué a atenderle alegando que no había presentado razonablemente puntual y le ofrecí otra cita. Ante esto, me envió un mensaje por Whatsapp con muy malas formas poniendo en duda mi profesionalidad por no haber insistido en llamarle al ver que no se presentaba y amenazándome con dar malas referencias de mí en el ayuntamiento del Alcàsser con el riesgo de perder mi trabajo si no le daba otra cita (la cita se la había dado, pero resulta curioso que solo reparara en la parte del mensaje en que le hacía responsable de su retraso). Inicialmente, me negué a atenderlo dadas las formas, con lo que siguió insistiendo de malas maneras hasta que le mostré el mensaje en que le daba la cita. Al día siguiente me pidió disculpas y le ofrecí de nuevo la cita.

Este hecho me sorprendió, pues siempre se había mostrado de un talante muy retraído y con mucha dificultad para plasmar su agresividad en el mundo. Comenté el caso con mi propio terapeuta y me sugirió la posibilidad de que sienta hostilidad hacia las personas por las que siente una cierta necesidad. Decidí abordar la cuestión en la siguiente sesión.

Sesión 5

 Al sacarle el tema de la semana anterior me confiesa que fue al taller, bebió y que cuando habló conmigo estaba en estado de embriaguez. Esto explicó la desinhibición conductual.

Remarqué el tema del compromiso terapéutico y los límites del marco terapéutico. Desde el comienzo de la terapia ya había expresado que sentía en mí a un amigo, y, pese a que le dejé clara la diferencia y lo aceptó de buen grado, me había mandado algún audio ocasional contándome algunas cosas suyas. Fuera del marco de las sesiones. Vemos aquí un intento de buscar en mí esa figura de referencia o pilar que tanto necesita y la parte más complicada de este proceso: conseguir el equilibrio adecuado entre apoyo y frustración.

En esta sesión confesó por primera vez tener un problema con el alcohol desde que perdió el trabajo. Se excusó en que su cabeza empieza a despotricar cuando bebe, ante lo cual le pedí que se responsabilizara: “yo empiezo a despotricar”. Esta estrategia busca, de nuevo dar unos primeros pasos para hacerse cargo de su agresividad y su hostilidad.

Un apunte positivo que sacamos de esta sesión es que ya había comenzado a hacer bocetos sobre fallas y enviarlos, ya que comienzan las contrataciones por estas fechas. Así, Vicent comienza a dar pasos en la dirección de movilizar su energía para actuar en el mundo en lugar de agredirse a sí mismo.

Sesión 6

 A partir de esta sesión ocurre algo muy interesante, y es que Vicent pasa a dedicar la totalidad de las sesiones a hablar sobre cómo actúa con el mundo y las dificultades que se va encontrando, en lugar de simplemente limitarse a hablar de lo mal que se encuentra. Esta es una señal muy positiva que indica que sus energías empiezan a movilizarse en esta dirección.

Me cuenta que quiere enviar a una chica de la falla de Alcàsser para la que trabajaba bocetos, ya que le gustaría hacerles la falla el año próximo. Se lo quiere mandar por Whatsapp. Cree que le da evasivas alegando que está todo muy parado. Le pregunto por la importancia de esta chica en la falla y me cuenta que sólo es una fallera más.

Le pregunto si realmente se siente preparado y me cuenta que le supondría un esfuerzo. Me cuestiono a mí mismo si se trata de un objetivo realista o es fruto de un pensamiento impulsivo puntual. Así que decido explorar con él qué elementos necesitaría para llevarlo a cabo. Tras sus respuestas, parece un objetivo asequible.

Le propongo que en lugar de mandarle un Whatsapp a una fallera con los bocetos, concerté una reunión seria y formal con el presidente de la falla. Se lo planteo con la idea de explorar cómo ve él realmente el tema, razonando con él que siempre da más muestras de seguridad y autodeterminación encarar las tareas laborales de esa forma que por Whatsapp. Ante esto, Vicent muestra dudas y confiesa que le da miedo hablar con el presidente de la falla. Podríamos considerar esto un mecanismo de deflexión que busca enfriar el contacto. Recordemos que Vicent tenía dificultades en pasar a la acción, retroflectando su energía. Ahora que consigue destinar la energía en planear la acción, se encuentra con el siguiente obstáculo en el ciclo de las necesidades: no consigue contactar de forma real. Simplemente, le da miedo. Su proceso pasa por encarar este miedo. Ya sabemos que el trabajo ahora en adelante irá en esta línea.

Sesión 7

Al comienzo de esta sesión Vicent dio nuevas muestras de su iniciativa a querer relacionarse con el mundo al comentar que está en trámites de apuntarse a un curso de Psicología sobre Positivismo y que se ha dado de alta en una plataforma de búsqueda de empleo específica para el pueblo de Alcàsser. Pero está encontrando problemas porque está muy desactualizado respecto al uso de Internet para realizar esos trámites y se siente muy impotente. Le dificulta dar pasos para trabajar. Me habla sobre una opresión en el pecho. Le pido que se quede con esa opresión y que le preste atención. A continuación, le pido que le dé un nombre. “Miedo y angustia” me responde. Afirma no saber cómo va a desenvolverse. Entramos en terreno del impasse, el sustrato fóbico. Vicent experimentará ganas de evitar la situación. La intervención irá sobretodo destinada a frustrar sus intentos por huir mediante técnicas supresivas cuando dé muestras de querer evitar.

Por otro lado, dedicamos la mayor parte de la sesión a hablar sobre sus problemas con el alcohol, pues afirma que lo usa para relajarse y porque le ayuda a realizar sus tareas. Le ayuda a evitar el malestar durante la realización de las mismas. Conductualmente, le sirve como refuerzo negativo.

Le pregunto qué pasaría si se quedase con su malestar. No da una respuesta clara a la pregunta y le pido que me hable sobre él. Me cuenta que le ocurre cuando tiene que realizar tareas en el taller o ver si hay mensajes en el móvil u ordenador. De nuevo aparece el miedo al mundo, consolidándose el alcohol como un medio para relacionarse con él. El malestar que siente parece producto de una auto-exigencia muy elevada, teniendo en cuenta que el alcohol le ayuda a apagar esa auto-exigencia al realizar tareas en el taller. Le sugiero que realice las tareas activando la mente del explorador, es decir, no enfocarse tanto al resultado como sí a prestar atención al proceso de la tarea e ir viendo cómo se va sintiendo con ella.

Ante esto, me pregunta si creo que sería bueno que primero empiece a hacer cositas poco a poco para acostumbrarse a ir haciendo. En lugar de actuar como fuente de apoyo externo, intento ponerle en contacto con su propio auto-apoyo pidiéndole que convierta la pregunta en una afirmación. Lo reformula de la siguiente forma: “voy a ir haciendo cada día un poco más para ir viendo si soy capaz de ir poco a poco haciendo más faena”. Le pregunto cómo se siente con esto. Responde que se siente esperanzado. Esto resulta muy relevante, ya que perdió la necesidad de que yo le respondiera la pregunta. Pese a todo, no se dio cuenta hasta el final de la sesión, cuando yo se lo señalé para que tomara conciencia de que su necesidad de apoyo externo es una fantasía. Él mismo es capaz de proveérselo y planificarse con plena autonomía.

Sesión 8

En esta sesión, Vicent me trajo un problema muy concreto. Se sentía preocupado por la inquilina que tiene alquilada en la casa donde vivía cuando trabajaba. Esta vivienda está justo encima de su taller, por lo que comparte gastos de agua y luz. Hasta entonces habían dividido en partes iguales ambos recibos, pero dado que Vicent apenas gasta el taller, le parecía injusto estar pagando más dinero de lo que le tocaba. Para ello, Vicent ha instalado un contador para cuantificar la cantidad de consumo en la vivienda de la alquilada, pero ella no se fía. Le preocupa porque “quien no se fía no es de fiar”. El meollo del asunto es que tiene que renovarle el contrato (firman por un año) y le preocupa que le dé problemas cada mes.

Sin embargo, le señalo que lo veo más enfadado que preocupado. Toma conciencia cuando se lo digo y afirma que “me altero enseguida últimamente, y más con ella”. Él ha considerado que amenazarla con echarla del piso si no está conforme es una buena forma de gestionar la situación.

Ella ha propuesto que un amigo electricista revise la instalación para ver que está todo en orden. Vicent está de acuerdo, pero considera que ella “quiere tocarme los huevos y tenerme cogido”.

No me interesa tanto el contenido del problema como la forma en la que lo está viviendo Vicent. Le propongo rápidamente que reduzca el tiempo del contrato a tres meses para ver si funciona bien el acuerdo con las nuevas condiciones y no verse comprometido tanto tiempo, ante lo que Vicent se siente visiblemente aliviado.

Pasemos al tema de cómo lo está viviendo él. Un dato interesante es que, en un momento, y de forma repentina, Vicent afirma que “esa casa le viene muy bien a ella porque trabaja a 100 metros de distancia”. Enseguida me pregunto para qué le sirve esa información y para qué me la trae. Poco después, afirma que “si se queda sin mi piso sale perdiendo”. Rápidamente, le confronto dos frases, las cuales podemos ver escritas anteriormente en esta sesión:

  • “Quiere tocarme los huevos y tenerme cogido”
  • “Si se queda sin mi piso sale perdiendo”

Lo ayudo a tomar conciencia de que él es realmente el que quiere tenerla a ella cogida. Ante esto, no tarda en reconocer que la necesita, que le viene muy bien el dinero que le paga. Esto me evoca el incidente que tuvimos cuando faltó a su sesión y cómo lo gestionó, tras lo que saqué la hipótesis de que su forma de expresar su necesidad era muy hostil y agresiva. Comparto esta reflexión con él, lo cual le ayuda a percatarse de ello. Como alternativa, le invito a que hable con ella de forma asertiva y auténtica, que le exprese cómo se siente con esta situación y que trate de expresarlo desde su necesidad, no desde la de ella. Sin embargo, no pareció integrarlo muy bien, ya que trató de memorizar las palabras que usaría y ensayarlo conmigo varias veces, trabándose en cada una de ellas.

Al respecto, afirma sentirse bloqueado y que se exige a sí mismo dar bien el mensaje palabra por palabra. Esto es una racionalización, trata de comunicarse desde la cabeza, costándole escuchar sus emociones y simplemente expresarlas. Esto me da señales de falta de confianza en sus propias emociones.

Sesión 9

Me trae que su vecina ha rechazado la propuesta de los 3 meses, ante lo que él responde: “Lo vas a tener de 3 meses bonita, así que es eso o te vas a la calle”. Ella, por su parte, amenaza con hacerse ocupa de su casa. Vicent sigue argumentando que le saca de quicio. Le devuelvo lo que siento respecto a su forma de reaccionar con ella y le pido que se responsabilice de sus emociones (“Yo me siento sacado de quicio”). Le explico que la forma de cambiar sus respuestas es hacerse responsable de sus propias emociones, no responsabilizando al otro. Le pongo ejemplo pidiéndole que me cuente cómo cree que podrían haber reaccionado diversas personas ante esa situación. Fantasea pensando que podrían haber reaccionado peor que él.

De nuevo, excusa que “tendría que haber pasado de ella, eso le habría jodido más” alegando que “es que ella intenta joderme a mí”. Lo confronto con esto y le pido que simplemente se haga responsable de cómo él intenta “joderla” a ella.

Le pregunto qué necesita de ella. “Tranquilidad y saber que no va a haber problemas”. Le invito de nuevo a que exprese su necesidad y le insisto en este tema.

Por otro lado, me cuenta que durante el encuentro él iba ebrio. Al respecto, me cuenta que tiene recetado antabús pero que no lo está tomando. Piensa comenzar con el tratamiento al día siguiente. Así mismo, le pido que cumplimente un autorregistro sobre el número de copas que se toma al día.

Esta sesión sirvió para que se fuera haciendo más explícito la forma que tiene Vicent de gestionar sus sentimientos respecto a las personas que le son necesarias de algún modo y para que vaya tomando conciencia de esto.

Conclusiones

En el presente trabajo hemos abordado la cuestión de cómo efectuar una intervención psicoterapéutica sobre un paciente que presentaba una demanda de servicios psicológicos ante un trastorno distímico. Para ello, se ha presentado el marco teórico desde el que se ha intervenido, así como la intervención efectuada sesión a sesión. El objetivo de este apartado será realizar una síntesis del proceso terapéutico del paciente en integración con los conceptos teóricos expuestos, así como analizar hasta qué punto del proceso ha llegado en el momento actual y cómo podríamos prever que se vaya a seguir desarrollando.

Como hemos visto, Vicent presentaba una demanda inicial por un trastorno distímico. A lo largo de las sesiones, hemos ido desgranando la estructura de su problema. En un primer momento, Vicent traía como causa de su problema la ausencia de trabajo y de independencia, pero con el paso de las sesiones han ido apareciendo otros asuntos más nucleares directamente relacionados con su incapacidad para movilizarse en la búsqueda de trabajo, principalmente, su forma de relacionarse con el mundo. Respecto a este tema, surge también el problema del alcoholismo, que le sirve como refuerzo negativo, narcotizando su malestar y facilitándole el actuar, a la vez que le permite exteriorizar de una forma muy desadaptativa toda la agresividad que, bien gestionada, le permitiría relacionarse con las personas de una manera asertiva.

Desde el punto de vista de las capas de la neurosis, expuestas en el marco teórico, al comienzo de la terapia pudimos ver que Vicent estaba jugando el rol psicológico de un niño indefenso y dependiente. Apreciamos su necesidad de una figura principal de apoyo o pilar que le permita desempeñarse con eficacia en el mundo, concretamente en el mundo laboral, aunque también afecta a otros ámbitos de su vida. Ante la ausencia de esta figura, Vicent es incapaz de movilizar su energía en tareas productivas, retroflectándola hacia sí mismo de forma agresiva, entrando en una auto-tortura encarnada por el conflicto entre su auto-exigencia y su juego de niño indefenso y dependiente. En las primeras sesiones, como hemos visto, se ayudó al paciente a tomar conciencia de estos juegos y de esta tortura psicológica mediante técnicas como la representación teatral, al pedirle que represente el papel de alguien que pide, con lo que sintió que se arrastraba para pedir y se sentía dominado, y el juego de polaridades del perro de arriba y el perro de abajo mediante la técnica de la silla vacía y la silla caliente, donde tomó conciencia de cómo el mismo se estaba agrediendo.

Identificamos como la necesidad nuclear de Vicent el poder relacionarse con el mundo, concretamente con la intención de recuperar el trabajo. Por el momento, Vicent había estado interrumpiendo su ciclo organísmico tras la energetización, sin poder pasar a la acción. Como resultado de esto podíamos observar su apatía y su falta de motivación por recibir noticias del exterior, pues todo su flujo energético va destinado hacía sí mismo en forma de auto-agresiones.

Como comentamos, se produce un cambio importante a partir de la sexta sesión del tratamiento, y es que Vicent comienza a destinar más energía en relacionarse con el mundo externo. Y es en este momento cuando el alcoholismo cobra especial relevancia y aparece de forma más explícita, pues hasta el momento había estado evadiendo el tema. Por primera vez, confiesa tener un problema con el alcohol y toma conciencia de cómo le influye al realizar tareas. La bebida le ayuda a suavizar su auto-exigencia, eliminando el bloqueo que le paraliza a la hora de realizar cualquier tarea. Durante las sesiones, se refería fundamentalmente a tareas tales como limpiar y adecentar el taller de cara a posibles futuros encargos. En ausencia de la ebriedad, relataba sentir que era una tarea demasiado ardua para llevarla a cabo y que le cuesta simplemente planear hacer pequeños pasos para ir cogiendo el ritmo, como si tuviera que hacerlo todo de golpe.

Realmente, podemos considerar este problema como una forma más de apoyo externo que el paciente es incapaz de conseguir de sí mismo. Ha comenzado a dejar atrás el juego psicológico del niño indefenso, pero sigue jugando el juego de niño dependiente, pero dando los primeros pasos hacia el impasse.

Las manifestaciones conductuales de que esta movilización de energía está teniendo lugar son que ha comenzado a estar más abierto al mundo externo, mantiene el móvil encendido, comienza a realizar una búsqueda activa de trabajo e incluso realiza planes y estrategias para recuperar su trabajo como artista fallero. Pude observar un aumento de su motivación en este propósito.

En esta etapa del tratamiento surgen nuevas manifestaciones en sus dificultades para relacionarse con los demás. Pese a que ha comenzado a movilizar energías con la intención de trabajar para la falla en la que trabajaba hasta el año anterior, observamos que sus acercamientos son vagos, indecisos y temerosos. Prefiere mandar diseños por mensajes a una fallera de la falla antes que presentarse en una reunión formal con el presidente de la falla a discutir sobre el tema. Podríamos decir que gran parte de la energía la sigue reprimiendo, faltándole un poco de agresividad a la hora de encarar la situación.

Por otro lado, surgen las dificultades con su inquilina y se pone de manifiesto su falta de habilidad asertiva a la hora de gestionar la situación, así como su inseguridad. En terapia Gestalt entendemos la asertividad como un uso adaptativo de la agresividad inherente al ser humano. Sin embargo, ante el conflicto con ella y en un momento de ebriedad, se desinhibe la agresividad que seguía reprimiendo en una explosión de ira.

Bajo mi punto de vista, Vicent no se habrá adentrado completamente en la etapa del impasse hasta que decida dejar de lado el alcohol. Por ello, las próximas sesiones habrán de ir destinadas a reducir el consumo de alcohol, a ser posible hasta lograr la abstinencia. Cuando esto suceda, experimentará el vacío de no tener el apoyo externo que necesita, a la vez que se enfrentará con su falta de apoyo interno. Este será el momento de mayor dificultad del tratamiento, pues el paciente sentirá el impulso de evitar el sufrimiento realizando huidas, presumiblemente en forma de recaídas alcohólicas y/o volviendo a encerrarse en sí mismo, volviendo al papel de niño indefenso. El tratamiento irá encaminado a frustrar estas huidas mediante técnicas supresivas, a la vez que darle el apoyo suficiente para que siga adelante con su proceso.

Bibliografía

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